El tratar de imponer un horario en la lactancia no es saludable

En un mundo sobre-regulado como el nuestro, es normal que pensamos o queramos controlar también la lactancia, sin embargo, el reloj no es un instrumento de gran ayuda cuando

lactamos. La clave de una lactancia exitosa es la ley de “oferta y demanda”. Lo importante es que una se fije que el bebé se alimente unas 8 a 12 veces cada 24 horas y que orine y evacúe

con frecuencia.

El tratar de imponer un horario en la lactancia no es saludable…la producción de leche es diferente en cada persona; algunos bebés

tienen estómagos más pequeños que otros; algunos bebés están pasando por etapas de crecimiento; otros están enfermitos o no

se sienten bien; y otros viven en climas calurosos, donde necesitan tomar más leche.

Por otra parte, tratar de poner a un bebé amamantado en un horario de alimentación estricto y basado en el reloj, especialmente en los primeros meses, generalmente no se recomienda porque puede obstaculizar el suministro de leche, conducir a un aumento de peso lento, causar congestión en los pechod e interrumpir la relación de alimentación natural y receptiva, con expertos que aconsejan la alimentación bajo demanda (siguiendo señales de hambre) para aumentar el suministro y satisfacer las necesidades del bebé, aunque el establecimiento de ritmos y rutinas flexibles (no horarios rígidos) viene más adelante.

Por qué se desaconsejan los horarios estrictos para los bebés amamantados:

Suministro de leche: La lactancia frecuente (bajo demanda) indica al cuerpo que produzca más leche; las alimentaciones programadas e infrecuentes pueden disminuir la producción, lo que lleva a un bajo suministro.

Aumento de peso: La programación de las alimentaciones puede causar un aumento de peso lento porque los bebés necesitan alimentarse a menudo para obtener suficientes calorías, especialmente los recién nacidos.

Congestión y dolor: Retener las tetsdas (alimentaciones) para esperar un horario puede causar congestión dolorosa y conductos inflamados.

Comodidad y conexión: La lactancia es para la comodidad y el vínculo, no solo la alimentación; un horario ignora estos aspectos cruciales.

Poco realista: Los recién nacidos tienen patrones impredecibles; necesitan una alimentación frecuente y receptiva para establecer sus necesidades.

En resúmen, la mejor manera de asegurarse de que el bebé reciba suficiente leche es lactarlo cuando este lo pida—se chupa los dedos o la mano, se lame los labios, busca el pecho con la cabeza, empieza a dar quejidos de hambre, etc.

Qué hacer en su lugar:

Alimente a demanda: Siga las señales de hambre del bebé (estiramiento, movimiento de labios, manos a la boca) y alimente siempre que parezca hambriento.

Concéntrese en los ritmos: Apunte a patrones consistentes como un baño caliente antes de acostarse, pero permita la flexibilidad, ya que los bebés prosperan en el ritmo, no en los relojes o esquemas de alimentación rígidos.

Confía en el bebé: No puedes sobrealimentar a un bebé amamantado; te dirán lo que necesitan.

Por último…

Es normal que en las tardes los bebés hagan sus “tetadas de maratón”—se le llama así a los periodos donde el bebé parece no parar de lactar en un periodo largo de tiempo. Lo tienden a hacer por las tardes, pues es cuando nos encontramos más cansadas. Seria apropiado en estas horas lactar recostada, de forma que nuestro cuerpo descanse mientras lactamos.

En esencia, priorice la alimentación receptiva desde el principio, y establezca ritmos y rutinas más predecibles (no horarios rígidos) a medida que su bebé crezca y sus patrones de alimentación/sueño maduren.

Si presenta problemas de lactancia, considere contratar los servicios de una consultora de lactancia IBCLC, que puede evaluar su lactancia, y ayudarle a superar cualquier contratiempo con el agarre del bebé al pecho.

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